Una de las pocas alegrías que me ha dado lo que llevamos de este extraño, pandémico y casi apocalíptico 2020, es la vuelta de uno de los buques insignia de la compañía japonesa Sega después de la friolera de 26 añazos. Esa maravilla lúdica es el grandísimo y carismático Streets of Rage.
Sega en los 90 estaba en una lucha sin cuartel con Nintendo a ver quién era el rey del entretenimiento doméstico, con el duelo de la Megadrive vs Super Nes como capítulo más destacado. Los creadores de joyazas como “Shinobi”, “Out Run” o “Golden Axe” no tenían suficiente con reinar en las salas de máquinas e iban al asalto de los hogares, dejando un duelo entre las dos potencias niponas bastante interesante.
Pero ahora Sega no es la de antes y se dedica más a trabajar para las demás que para sí misma. Malas decisiones y algo de mala suerte le apearon de la pole del vicio, por lo que su situación en el mundo de los videojuegos es ya en un segundo plano.
Streets of Rage es un juego “Beat em up” o un “Yo contra el barrio”, concepto donde uno de los abuelos es el vetusto y mega clásico “Double Dragon” de Tecmo, aunque su principal influencia es el también mitiquísimo “Final Fight” de Capcom. Todo el mundo que hemos tenido una infancia ochentera y que hemos estado gastándonos las monedas de “cinco duros” en las salas de máquinas de la época conocemos estos artefactos de pe a pa.
El concepto de “Street of Rage” es simple y efectivo como un puñetazo en la boca: mueves un tipet y te lías a mamporros con todo lo que le sale por el camino, tanto con puños, patadas, como con objetos diversos que vas encontrándote por el camino. De esta nueva versión curiosamente no se encarga Sega, sino que se la ha licenciado o le ha dejado la faena a la compañía francesa Dotemu. Los Gabachos son todo unos especialistas en reconvertir o hacer un lavado de cara a juegos clásicos, donde entre sus trabajos están los remakes de clásicos como el Pang, Windjammers o Wonder Boy the Dragons trap.
Yendo al grano, o duro y a la encía, como la canción de Def Con Dos, es un juego de jugabilidad muy vieja escuela con unos gráficos 2D muy detallados y unas animaciones dignas de película de animación, se mueve muy bien y no te deja respiro, que no te aburrirás de darle a los botoncitos constantemente. También los homenajes y guiños de la saga son constantes, desde personajes principales, enemigos -sobre todo algunos jefes- y obviamente los golpes y combos. Hay también que remarcar que esta saga a nivel argumental ha seguido de una forma continuista, ya que la trama y los personajes los mueven en el tiempo 10 años después de lo que ocurrió en la tercera parte.
Al principio de todo empiezas con cuatro personajes -dos de ellos clásicos de la saga-, que según vamos avanzando las fases vamos acumulando unos puntos que nos desbloquean personajes nuevos, galerías de personajes y algún modo nuevo de juego.
También en la banda sonora participan en algún tema Yuzo Koshiro y Motohiro Kawashima, creadores de la banda sonora de los juegos antiguos, aunque el que lleva la batuta de la música del juego es el francés Olivier Deriviere. También en el aspecto sonoro, Dotemu ha reciclado o tomado prestados sonidos de sagas anteriores, dejando el toque nostálgico más evidente. El experimento funciona y se fusiona bien con el aspecto moderno del juego.
Como vivimos en un mundo en el que se cataloga toda cosa material e intangible, Street of Rage 4 está ubicado en lo que denominaría “El nuevo retro”, juegos de estilo vieja escuela con un estilo 2D en los sprites o monigotes que manejamos pero con la tecnología de ahora, con los fondos en 3D, dando un toque más moderno y artístico. No todo el mundo del videojuego son los Sandbox o el Fornite. Los viejunos jugones aún tenemos cabida en esto.
Saints in Hell